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Yo miré, y no había quien ayudara. Me asombré de que no hubiera quien apoyara. Entonces mi propio brazo me salvó; y mi ira, ella me sostuvo. Con mi furor pisoteé a los pueblos; los embriagué con mi ira y derramé su sangre por tierra.

El profeta ora a favor de su pueblo

Las misericordias del SEÑOR recordaré, y las alabanzas del SEÑOR, conforme a todo lo que el SEÑOR nos ha recompensado, y a su gran bondad para con la casa de Israel. Él nos[a] ha recompensado según su misericordia y su gran compasión.

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Footnotes

  1. Isaías 63:7 Cf. Gén. 9:11.